Tras nuestra inesperada escala en Génova, nos tocaba escala en Montecarlo, en el Principado de Mónaco, dónde atracamos con bastante tiempo de adelanto sobre la hora prevista, y dónde permaneceríamos hasta las 11 de la noche.
Era la cuarta vez que visitábamos Mónaco y la segunda que lo hacíamos atracando en su puerto, en Montecarlo, pero pese a ello, sigue sorprendiéndonos.
Despliegue de glamour en el puerto de Montercarlo
Lo que también sigue dejandonos boquiabiertas son los impresionantes yates allí atracados y los que entraban y salían durante todo el día por delante de nuestro camarote.
¡¡Los había de todos los tamaños, pero cada cual más lujoso!!
También me sorprendió ver gente pescando en el muelle ¡¡supongo que los ricos en Mónaco también tienen que desestresarse!!
Desayunando a bordo
Fiel a mi rutina diaria, me dirigí al Horizons Cafe para tomarme un cafelito reconstituyente y un zumo de naranja, y luego caminar por el circuito para intentar no seguir acumulando kilos de más.
El rincón del café para madrugadores del Horizons Cafe se convirtió, a lo largo del crucero, en uno de mis lugares predilectos, porque podías disfrutar de las maravillosas vistas que te ofrecían los lugares en los que atracábamos (o fondeábamos) en total tranquilidad, ya que nunca había nadie.
En ese lugar era dónde se celebraba también, a diario, la ceremonia del te (ya os pondré algunas fotitos en su momento) y se convertía por la tarde-noche en un animado lugar para tomar una copa antes y después de la cena.
Pero a las 7.30 de la mañana su única visitante era yo, y era un lugar entrañable.
Aprovecho para poneros alguna fotito:
Política del tabaco en Oceanía
También es el único lugar interior del barco dónde se puede fumar .
Creo que no lo he comentado hasta ahora, pero la política del tabaco en Oceania, en relación a otras navieras, es bastante restrictiva.
En las cubiertas exteriores, únicamente se puede fumar en un rincón de la piscina, a estribor, frente al bar Waves, dónde hay cuatro o cinco mesas que siempre estaban llenas.
En el interior, únicamente se puede fumar en esta parte anexa al Horizons Bar, que está ligeramente aislada del resto.
En los camarotes y balcones está totalmente prohibido fumar también.
Paseando por Mónaco
Tras el paseo de rigor, y el desayuno “oficial” con mi madre en la terraza del Terrace Café, disfrutando de las vistas de Montecarlo, decidimos salir a dar un paseo.
En el hall una representante de la oficina de turismo local nos informó como llegar caminando hasta la Plaza del Palacio, y lo cierto es que resultó sumamente sencillo y cómodo.
En la propia terminal, hay ascensor que te sube a lo que podría denominarse “planta terraza”, que comunica con un paseo que, bordeando el mar, te lleva hasta los pies del Palacio.
Allí, ascensor hasta la superficie y ¡¡eureka!! nos encontramos en la Plaza del Oceanografico.
Desde allí, un agradable paseo, bordeando los jardines y las residencias principescas, hasta la Catedral y después, a las 11.55 a.m el “turístico” cambio de guardia en la Plaza del Palacio.
La informática me ha jugado una mala pasada en esta ocasión y se me han “perdido” parte de las fotos de ese día, pero he conseguido rescatar alguna
En el agradable paseo al borde del mar vimos también una playita dónde los monegascos se tuestan al sol.
Me olvidaba:
En la terminal maritima también es posible, además de ser parada del bus turístico, alquilar un coche electrico y coger el bateau bus, que te acerca hasta la parte de abajo del casino.
Después de ver el cambio de guardia y tomarnos un refresco por las calles cercanas, decidimos acercarnos a la zona del Casino, para lo que tomamos un bus urbano.
No tengo fotos de esta parte de la visita
pero supongo que os lo podeis imaginar: tiendas de lujo, coches de lujo, gente de lujo
Cuando nos cansamos de pasear, visitar tiendas y tras un magnifico helado que nos tomamos en el Cafe de Paris, otra vez autobus y al puerto.
De camino al barco, volvimos a quedarnos impresionadas con los yates y los coches de lujo, aunque también nos llamó la atención ver algún pequeño barco de pesca entre tanta opulencia.
De regreso al Riviera
De regreso al barco como estabamos hambrientas
pero los restaurantes ya estaban cerrados, decidimos hacer uso del servicio de habitaciones, gratuito, y que ofrece una carta bastante amplia las 24 horas del día.
Esta fue nuestra merienda esa tarde
La coca cola, aunque árabe, estaba buenísima
La tarde la pasamos sesteando en la piscina e invadiendo la intimidad de los barcos que se ponían a tiro de nuestra camara fotográfica,
aunque no reconocimos a ningún famoso.
Más fotitos:
Cuando empezaba a anochecer decidimos arreglarnos para la cena.
Nuestra asistente de camarote, Helen, una filipina entrañable pero que no hablaba nada de español, y que a diario achuchaba a mi madre con sus besos y abrazos porque le recordaba a su mamá, que estaba en Manila,
no solo nos había repuesto, como de costumbre, las amenities en el baño, sino que esta vez creo que se dió cuenta de que me gusta traerme de recuerdo alguna botellita para mi colección
La noche estaba preciosa, el sol se estaba poniendo y se vislumbraba ya una luna en cuarto creciente, casi llena, que nos acompañaba desde el inicio del viaje.
Cena al aire libre en la Terrace Cafe
Asi que decidimos cenar al aire libre, en la Terrace Cafe, aunque primero pasamos por el GDR para ver qué menú se ofrecía esa noche:
Era la primera vez que cenabamos en la Terrace, y nos sorprendió la selecta variedad de productos, desde ibericos, quesos, pasando por sushi japones, una exquisita paella de mariscos, y una parrilla dónde al momento te preparaban una cola de langosta o un exquisito entrecotte.
Como primero habiamos picoteado algo en Mónaco, después habíamos tomado un gigantesco helado en el Cafe de Paris junto al Casino, y al llegar, tomamos la merienda en el camarote, no teníamos demasiada hambre, asi que esto fue lo que cenamos.
Eso sí, la intención de hacerlo al aire libre, contemplando la bahía de Montecarlo, se truncó, porque se empezaba a levantar brisa y no era demasiado agradable estar en la cubierta
El vino, un mendoza argentino, estaba buenisimooooooooo
Supongo que tomamos algún postre
pero las fotos se han volatilizado.
Por cierto, en la foto no se aprecia bién, pero en el surtido de quesos e ibericos hay un queso de color oscuro, que no tengo ni idea de cual es, pero que estaba de muerte.
A ver si algún quesero de los que seguis el relato sabeis darme el nombre para poder comprarlo aquí.
Cine bajo las estrellas en Oceanía Cruises
Esa noche vimos la actuación del Mago Mio en el Riviera Lounge, aunque también programaban una pelicula “Big miracle” en la terraza de la piscina, “Movie under the stars”.
Me llamó la atención que la tripulación repartía palomitas.
En otra lineas de crucero con las que he viajado, también hay cine y mantita, pero nunca había visto palomitas