Tras Bari, la siguiente escala fue en Corfú.
Yo ya lo conocía de una anterior escala pero para Der Spion era su primera vez.
Habíamos planeado acercarnos hasta Kanoni y visitar el Monasterio, pero llovía a cántaros y lo cierto es que la idea dejó de ser apetecible
Así que cogimos el shuttle de RCI (10 $ por persona ida/vuelta) con la intención de tomarnos algo en algún café que tuviese wifi y al menos poder actualizar nuestro correo electrónico y mandar algún WhatsApp a los amigos
Cuando llegamos al centro de Corfú, aunque seguía muy nublado, había dejado de llover.
La Fortaleza Veneciana de Corfú
Nos aventuramos a conocer la Fortaleza Veneciana.


Comenzamos visitando la Colección Bizantina.



Y también la Capilla de San Jorge.


Después visitamos la explanada exterior, dónde hay una interesante colección de cañones y armas de guerra.


Como la lluvia parecía decidida a dar una tregua comenzamos el ascenso hacia la roca, para poder disfrutar desde arriba sus vistas panorámicas.

Siii, hasta arriba de todo subimos.

Der Spion me seguía, aunque supongo que jurando en arameo y maldiciéndome por dentro.






Supongo que algún día que no llueva y no esté tan nublado tendremos que volver a intentarlo, porque las vistas serán todavía más bonitas.




Nos llamó la atención la presencia de este barco de la marina inglesa, al que suponemos en algún tipo de maniobra de la OTAN por esas aguas, y al que luego vimos atracado al lado del Splendour.
Como todo lo que sube baja, comenzamos el descenso pero para entonces la lluvia era casi un aguacero y el camino estaba un tanto resbaladizo.
Por fortuna, y pese a varios patinazos que nos dimos, la cosa no llegó a mayores.
El centro de la ciudad de Corfú
Volvimos al centro de Corfú y nos tomamos unos cafés en las terrazas del Edificio Listón.
Luego nos dedicamos a callejear y hacer algo de compras, aunque el día estaba especialmente incómodo para pasear y no paraba de llover.



Hicimos un alto en el camino para tomarnos un vinito griego y una cervecita, griega también, y nos volvimos al barco, dónde para quitarnos la mojadura del cuerpo, decidimos seguir tomando vinito, esta vez acompañado de un plato de quesos del room service.


Cena de gala en el Splendour
La tarde la pasamos sesteando en el camarote porque el día no invitaba a hacer nada mejor.
Esa noche era la primera cena de gala y el capitán daría su recepción de bienvenida a las 19.30 en el Centrum, dónde también se celebraría un espectáculo aéreo.



Nuestros amigos de la curia también asistieron.



En cuanto a los espectáculos en el barco tengo que confesaros que solo asistimos un día.
Supongo que cuando ya has hecho varios cruceros, los espectáculos comienzan a ser repetitivos y al menos a nosotros no nos apetecía mucho.
Por ello, cambiamos el teatro casi a diario por el Schooner Bar y sus pianistas, o por algún otro bar también interesante, como el Bar del Centrum, dónde además había una carta de cócteles y combinados espectacular.
La cena de gala, pese a no haber langosta, estuvo bastante bien.




El Schooner, Piano Bar
Y después de la cena, nos fuimos al que ya era nuestro lugar habitual, el Schooner, dónde nuestro amigo Anselmo, todo un crac, cantaba, bajo petición, las canciones que le pedíamos.
A cambio, cada noche, se llevaba el cubo lleno de billetitos.
La “fauna” era todas las noches la misma, americanos y británicos, por lo que, además de tomarnos unos gin tonics, podíamos practicar inglés.



Anselmo Boles era una auténtica gramola humana, que aunque al final tocaba las que él quería siempre complacía a casi todo el mundo.
De su buen hacer, o mejor dicho de su buen cantar os dejo una video-muestra.
Espero que YOUTUBE no lo deje mudo muy pronto y os de tiempo a escucharlo.
Al día siguiente nos tocaría escala en Mikonos.