Singapur, su pasado colonial

La mañana del 9 de febrero, tras nuestro paseo por Chinatown, había llegado el momento de visitar la parte más antigua de la ciudad, para apreciar su pasado colonial, zona en la que se mezclan los edificios coloniales con los grandes rascacielos del skyline de Singapur.

No lo sabía hasta que empecé a indagar un poco, pero la historia de Singapur comenzó en el siglo XIV, cuando la isla de Temasek fue renombrada Singapura (‘ciudad de los leones’). En ese mismo siglo, y bajo el mandato del príncipe Parameswara, Singapur aumentó en importancia con la creación de un puerto marítimo, que fue destruido en 1613 por piratas portugueses.

Pero el Singapur moderno, tal y como ahora lo conocemos, comenzó en 1819, cuando Sir Thomas Stamford Raffles ordenó la construcción un puerto británico que permitió que la isla se transformase en el principal puerto comercial del Sudeste Asiático.

Tampoco sabía, reconozco que la Historia no es mi fuerte, que durante la Segunda Guerra Mundial, Japón ocupó Singapur, entre 1942 y 1945.

Finalizada la guerra, aunque volvió a formar parte de la colonia británica, lo hizo ya con altos niveles de autogobierno, uniéndose a la Federación de Malasia y formando Malasia en 1963.

El 9 de agosto de 1965 fue expulsada de Malasia y se convirtió en una república independiente.

Desde su independencia, la economía de Singapur ha crecido de media un 9 % anual, siendo desde los años 90 una de las naciones más prósperas del mundo, con uno de los PIB per cápita más elevados de Asia.

A partir del año 2000, Singapur atravesó por una de sus crisis más graves después de la independencia, amenazada fuertemente por el terrorismo islámico, aunque desde entonces  se han extremado las medidas se seguridad. En ningún momento percibimos inseguridad en ninguno de nuestros paseos.

Singapur significa la ciudad del león, y el nombre le viene de una leyenda, que dice que un príncipe malayo que estaba viajando en una barca sufrió un temporal que prácticamente le hizo zozobrar.

Desembarcaron en una isla para reparar la barca, y al poner pie a tierra, el príncipe vio un animal salvaje que identificó como un león, lo que le pareció un buen augurio y decidió fundar allí la ciudad del león.

Pero Singapur es también un gran centro comercial. Para los que no somos compradores compulsivos pierde parte de su encanto, pero para mucha gente es la principal razón de su visita a la ciudad.

De hecho me he enterado que se organizan viajes coincidiendo con la gran rebaja anual, de finales de mayo a mediados de julio, la llamada Great Singapore Sale.

Merlion

El símbolo de Singapur es el Merlion, un animal mitad león, la superior, y mitad pez, la inferior, que recuerda el origen de Singapur como ciudad de pescadores y la leyenda de su fundación. Hay varias estatuas por Singapur, la más grande está en Sentosa, aunque la más conocida y fotografiada es la que está en la Explanada, frente al Hotel Marina Bay Sands.

El Civic District también conocido como Padang, es el centro histórico colonial de Singapur.

En concreto, el Padang es un campo de juego abierto que se encuentra en una explanada en medio del barrio,  dónde la población local continua jugando al cricket, el deporte nacional.

De su pasado colonial todavía se conservan en la ciudad edificios que reflejan bien la arquitectura victoriana: iglesias,  catedrales y edificios históricos,  además de los principales museos de Singapur y el famoso Raffles Hotel, conocido por el cóctel Singapore Sling, que tendríamos ocasión de probar al regreso a Singapur, tras desembarcar de nuestro crucero.

En el Civic District hay también un gran parque, el Fort Canning Park y un famoso centro comercial de productos electrónicos y de informática, el Funan Digitalife Mall.

Aunque nosotros fuimos caminando desde Chinatown, se llega muy fácilmente en metro, estación Esplanade.

Justo al lado se encuentra el Civilian War Memorial, el homenaje de Singapur a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial.

Continuamos paseando hasta la Cathedral of the Good Sepherd, Catedral del Buen Pastor,  y el Singapore Art Museum (SAM), dejando también pendiente la visita al National Museum of Singapore, un museo que cuenta la historia de Singapur  a través de objetos cotidianos, comidas e historias de vida.

Cruzando la High Street en la esquina con  Coleman Street nos encontramos con la  St. Andrew’s Cathedral.

También contemplamos la Iglesia católica de Nuestra Señora de Lourdes.

Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes

Continuamos paseando por el City Hall y la Old Supreme Court, aunque tampoco entramos en ninguno de ellos.

En el tramo final de paseo pasamos al lado de más edificios históricos y museos:  el Art House – Old Parliament House, el Asian Civilisations Museum – ACM y el Victoria Theatre and Concert Hall,  próximo a la ribera del río.

Pero sin duda, la zona perfecta para pasar una noche es Clarke Quay, preciosa zona a la orilla del río repleta de bares y restaurantes.

Nosotros fuimos al mediodía y la mayoría de los bares estaban cerrados, así que nos quedamos con ganas de probar en un restaurante typical spanish, el Octapas Bar.

¡Ya sabeis que nos encanta probar al menos una vez en nuestros destinos la comida española al estilo guiri!

Eso si, hicimos un alto para refrescarnos con una cerveza en el McGettigans´s Iris Pub, ¡que buena estaba!

También nos falló la intención de comer en los puestos de comida callejera frente al Hotel Mandarin Oriental, que estaban cerrados al mediodía, así que tuvimos que acudir al plan B, comer en Hawker QSR, una especie de MacDonalds asiático, la meca del fast food en Singapur, que a nosotros nos encantó.

Tras la comida, paseo para estirar un poco las piernas antes de irnos a descansar al hotel.

Esa tarde teníamos previsto ir al Gardens by the Bay, pero esa será otra historia.