Escala en Amalfi
La siguiente escala era Amalfi
Después del frugal desayuno que pedimos al camarote (no nos atrevimos a pedir huevos ya que no estábamos seguras de cuál sería el punto exacto en el que más nos gustarían
) nos preparamos para la visita a puerto.
El desembarco lo haríamos también en tender.
Los huéspedes independientes, que no participan en las excursiones organizadas por Oceanía, deben obtener un ticket (gratuito, por supuesto ) en el Riviera Lounge, y esperar a que su color sea llamado.
Pero como nosotras no nos dimos demasiada prisa, cuando nos dispusimos a bajar, el Cruise Director ya había anunciado “open tendering”, y accedimos al tender directamente.
Amalfi es una pequeña ciudad que pertenece a la provincia de Salerno, en la región de Campania.
Está situada a 35 kilómetros al sur de Nápoles.
Se encuentra en la desembocadura de un barranco profundo, al pie del Monte Cerreto, rodeada de acantilados y paisajes costeros.
Está incluida por la UNESCO entre los “World Heritage Sites” y lo cierto es que todo el entorno de la costa amalfitana es sencillamente impresionante
Teníamos la opción de acercarnos en barco a Positano, pero dada la corta duración de la escala (a las 13.30 saldría el último tender) decidimos no aventurarnos y disfrutar de lo que nos pudiese ofrecer Amalfi.
Y lo cierto es que no nos defraudó, pese a encontrarse inundada literalmente de turistas
Además del Riviera, en Nápoles debía de haber algún barco grande de Royal Caribbean, a juzgar por la cantidad de excursionistas con la pegatina de Royal que nos encontramos por todas partes
La Catedral de Amalfi
Mientras mi madre me espera cómodamente sentada en una terracita de la plaza
decidí subir todas las escaleras de acceso a la Catedral de Amalfi y visitar su interior.
La catedral, dedicada al Apóstol San Andrés, el primer discípulo de Jesús, guarda en la cripta la cabeza y los huesos de San Andrés.
La visita mereció la pena, porque tanto la Catedral, como el claustro y la Basílica del Crucifijo conservan verdaderas obras de arte.
Visitando la Piazza del Duomo y sus alrededores
Tras recoger a mi madre nuevamente en la plaza, la Piazza del Duomo, que se había entretenido tomando un gelatto
decidimos visitar las tiendas locales para ver que tipo de productos nos ofrecían
Creo que la mayoría de vosotros ya conoceis nuestra afición a visitar los mercados por los lugares dónde viajamos
De ésta me traje un poquito, pero después de tantos años, no recuerdo si realmente funcionó
En la pescadería lo que más me sorprendió es que no utilizan, como en España, cajas de hielo para conservar el pescado
pese al intenso calor.
Después de una parada para un aperitivo (la visita a las tiendas con productos gastronómicos nos había abierto el apetito) seguimos paseando y callejeando por los rincones de Amalfi.
La ciudad conserva muchas estampas típicas de una ciudad napolitana
Eso sí, los turistas inundaban los rincones más céntricos.
Incluso había dificultad para caminar entre los coches y la gente por alguna de las calles más estrechas.
Supongo que, por ello, los amalfitanos utilizan este tipo de vehículos para moverse por la ciudad y transportar las mercancías.
Por cierto, ¿alguién sabría decirme que bichejo es éste?
¿Es un escarabajo?
Había un montón por toda la ciudad
Regreso en tender al Riviera
Decidimos coger el penúltimo tender para evitar colas.
Aunque en ningún caso, y durante todo el crucero, he visto aglomeraciones ni gente guardando fila (y ya sabemos todos del amor que los americanos tienen a hacer fila para cualquier cosa
).
Además, así llegábamos a tiempo para el almuerzo
En Oceanía, las opciones para comer son algo limitadas en relación a nuestros horarios.
Así, en el Terrace Café (el buffet) el lunch se sirva entre las 12.00 y las 2.00.
Lo mismo el almuerzo servido en el Grand Dining Room.
A partir de las 14.00 horas y hasta las 16.00 la única opción para comer algo es el Waves Grill, en la piscina, con ensaladas, hamburguesas, sandwiches, perritos, batidos, helados, etc, etc
Primero decidimos pasar a ver qué menú se ofrecía en el restaurante principal.
Pero como nos apetecía algo más rápido para ir directamente a remojarnos a la piscina, optamos por ir al Waves grill y probar la deliciosa hamburguesa de langosta y filet mignon
Lavandería a bordo
Antes de irnos a sestear a la piscina, nos aventuramos a conocer el Guest Laundry e inspeccionar el lugar dónde en unos días deberíamos ir planteandonos hacer alguna colada
Funciona con tokens, que te entregan en recepción previo cargo en cuenta (2 $ lavado y 2 $ secado) pero es realmente útil para no tener que cargar con maletas muy pesadas (aunque las mías siempres superan los límites permitidos por las aerolíneas
).
Además, hay uno en cada cubierta (excepto en la 12, dónde nosotros estábamos y que solo tiene suites y dos camarotes concierge
).
En la cubierta 9 la lavandería estaba casi contigua al Concierge Club, así que mientras esperábamos a que las máquinas terminasen su labor, podíamos disfrutar de un rico café expresso y leer la prensa y revistas internacionales
Los tiempos de la lavandería en este barco los respetan al milímetro, y es frecuente encontrarte, si te retrasas más de un minuto en retirar tu colada de la máquina, que algún otro huésped haya retirado tu ropa para una cesta y haya puesto la suya
Relax en la piscina
Pues eso, la tarde la dedicamos a hacer lo que mas nos gusta: ¡¡nada!!
Disfrutar de una siesta al sol, bebiendo agua frissante, refrescándote con brochetas de fruta que gentilmente el camarero de la piscina te ofrecía a cada rato, bañarte en la piscina terapéutica, relajándote con los chorros en la espalda y disfrutando de las burbujas NO TIENE PRECIO.
Mejor dicho, si lo tiene, creo que se llama Master Card
Este es el paisaje que se nos ofrecía desde la tumbona hasta que quedamos profundamente dormidas
¿Categoría concierge o camarote standard?
Aunque estuve encantada con el upgrade, considero que no compensa pagar la diferencia de tarifa.
Las ventajas del nivel Concierge son grandes, y en el Marina y el Riviera incluyen el acceso ilimitado al spa (supongo que también en los barcos pequeños).
Pero el tamaño del camarote es exactamente el mismo que en el resto de camarotes con balcón (282 Sq. Ft) y básicamente la diferencia abismal de precio estriba en la localización en el barco.
El nuestro, categoría A1, la más alta de las de Concierge, estaba situado en la cubierta 12, en la proa del barco, al lado de las grandes y medianas suites.
Los camarotes exteriores Deluxe Ocean View (que era el que nosotros habíamos pagado) tienen un ventanal panorámico.
Aunque no sustituye al balcón, si te permite disfrutar casi casi de las mismas vistas, y el tamaño es el mismo, porque mide 242 Sq.Ft y los 40 de diferencia es el balcón.
Están todos situados en la cubierta 7.
Estos también tienen baño de mármol, con bañera y ducha.
Los interiores (originariamente el primero que reservamos antes de la bajada de precio) son ya algo más pequeños (174 Sq.Ft).
No tienen bañera, pero lo cierto es que mi madre ni la utilizó en todo el crucero, y yo si me di dos relajantes baños de sales, más que nada por aquello de decir “he probado la bañera”
Así, que sin dudarlo, para disfrutar de todas las ventajas que ofrece el mundo Oceanía no es en absoluto necesario hacerlo en Concierge.
Además, si quieres utilizar el spa, el precio era, en aquel año, de 15 $ persona/dia, y creo que también hay paquetes algo más económicos para la totalidad del crucero.
Pues eso, pasamos el resto de la tarde tomando el sol en la piscina, y mientras nos arreglábamos para la cena, alguna decidió seguir practicando el dulce placer del “dolce far niente”
Cenando en el Jacques, el restaurante francés del Riviera
Hoy tocaba cena en el restaurante francés.
Nuestra reserva estaba para las 20.30 horas.
La piscina principal estaba ya desierta cuando bajamos hacia el restaurante.
De camino al restaurante, pasamos por la entrada del GDR para ver que platos nos perderíamos esa noche
Todas las noches, en el Grand Bar, de camino al restaurante, este estupendo cuarteto amenizaba la velada.
Ellas también eran las encargadas de amenizar el te de la tarde, pero ya llegaremos a eso
El francés, fue, sin duda, el que menos me convenció de los cuatro restaurantes alternativos.
Quizá no estuve acertada en la elección de los platos, pero había leído tantas opiniones sobre su maravillosa gastronomía que me esperaba más.
Mi señora madre no opina lo mismo, quizá ella estuvo más acertada en su elección.
Eso si, el pan estaba espectacular, y también las empanadillas que te servían de aperitivo mientras esperabas tus platos, y el surtido de quesos era ¡¡impresionante!!
Esto fue lo que cenamos esa noche
De entrante, mi madre tomó Moules Marinières (Fresh Normandy Mussels with Shallots, White Wine and Parsley) y yo un souffle de queso y espárragos.
De segundo, mi madre optó por la langosta Homard Comme à Cancale Brittany Style Maine Lobster baked in Shell with Tarragon and Coral Butter y yo por Herb Crusted “Black Foot” Free Range Chicken
Creo que los efluvios del vino de esa noche, mezclados con la navegación, que ese día estaba resultando particularmente “movida”, hizo que me olvidase de fotografiar los postres, así que no recuerdo lo que tomamos.
Lo que si inmortalicé fueron los deliciosos petit fours & macarons que nos sirvieron con el café, aunque por las manchas que hay en el plato, debí de comermelos antes de hacer la foto
Idioma a bordo del Riviera
No se si lo he dicho: las cartas del restaurante estaban todas en inglés.
Yo no tenía problema con eso.
Por tanto, salvo en La Toscana, dónde el maitre portugués nos asignó un camarero de habla hispana y alguna noche en el GDR, dónde nuestro querido camarero Scott, de Honduras, se encargaba de ayudarnos con la traducción de algunos platos cuyos ingredientes se nos resistían
, el resto del tiempo nos hacíamos entender en inglés con nuestros camareros.
De todas formas, me consta que si hay disponibles menús en castellano en todos los restaurantes, así como camareros que hablan nuestro idioma.
Supongo que Oceanía se seguirá poniendo las pilas en este sentido si mantiene su intención de captar clientela de habla hispana
Esa noche nos volvimos a perder el espectaculo en el Riviera Lounge, programado todas las noches para las 21.45, lo que te obliga a empezar a cenar a las 20.00 si quieres asistir a tiempo.
Por comentarios de otros clientes con los que coincidimos al día siguiente en algún sitio, fue un muy buen espectáculo, Up in flames, con canciones y bailes de Elton John y Billy Joel.
Nosotras nos tomamos un gin tonic (ya empezaba a ser costumbre
) en el Martini Bar y a dormir.
Echando ahora un vistazo al diario de ese día, por si se me olvida algún detalle, recuerdo que esa tarde, entre las 5.45 y las 8, tanto en el Grand Bar, como en el Martinis, en el Bar de la Piscina y en el Horizons, se celebró el “Cóctel del Capitán”.
Nosotras, entre la piscina y la cena, sobre las 19.00,subimos al Horizons, en la cubierta 15, y aunque ya no vimos el capitán, si nos tomamos a su salud unas copitas de champagne y una buena copa de vino merlot, cortesía del capitán.
También allí, el mago Mio, que viajaba a bordo del Riviera, y que al parecer es una celebridad en USA nos hizo a mi madre y a mi trucos personalizados en nuestra mesa, mientras degustábamos la bebida.
No tengo foto que inmortalice ese instante, pero si me he traído de recuerdo el As de Corazones que nos regaló.
Este es el Mago Mio haciendo trucos por el resto de las mesas.
Y esta mi madre intentando no caerse en la cubierta, antes de ir a cenar, pero después del par de copas de champagne cortesía del captain.
Para ser sinceros, hay que reconocer que ese día el barco se movía bastante más de lo normal