Como buenos adictos a los viajes, intentamos aprovechar cualquier oportunidad para planear un viaje a alguno de los múltiples destinos que tenemos anotados en nuestra agenda de pendientes.
Por problemas de conciliación personal y laboral, tenemos, además, que planificar con tiempo nuestras escapadas, a fin de intentar no dejar ningún cabo suelto, ni en el plano familiar ni en el plano profesional.
Asi que en noviembre del año pasado fijamos nuestras metas viajeras para 2018, y reservamos billetes para volar a Vietnam, uno de los destinos que teníamos en mente desde hace tiempo.
Era nuestro primer contacto con el Sudeste Asiático, pero desde ya os anticipo que no será el último…
Aprovechando el Black Friday compramos a muy buen precio los billetes de ida y vuelta en la web de la aerolínea Cathay Pacific.
Decidimos iniciar el viaje por el sur del país, con unos días de estancia en la antigua Saigón, y finalizarlo por el norte, intentando ajustar al máximo los quince días de estancia que las autoridades vietnamitas permiten a los ciudadanos españoles sin necesidad de tramitar visado.
Vivir en el noroeste de España es un incoveniente para programar vuelos de largo radio, ya que previamente debes posicionarte en Barcelona o Madrid, y a veces, esos vuelos domésticos son los más problemáticos a la hora de cancelaciones, retrasos, etc.
Por ello, con el fin de evitar imprevistos de última hora que nos impidiesen abordar nuestro vuelo a Ho Chi Minh (la antigua Saigón), decidimos viajar a Madrid el día anterior y hacer noche en un hotel próximo al aeropuerto.
Dicho y hecho, el día 7 de abril volabamos de A Coruña a Madrid, con alerta de temporal incluída, lo que motivó que nuestro vuelo de Iberia saliese casi con dos horas de retraso sobre el horario previsto.
Pero como no hay mal que por bien no venga, el retraso nos permitió disfrutar de la coqueta Sala Vip del Aeropuerto de Alvedro, recientemente inaugurada, y que dispone de unas buenas instalaciones, con zona de fumadores incluída, y un amplio surtido para hacer más llevadera la espera aeroportuaria.
Tras aterrizar en Madrid, aprovechamos las ventajas que ofrecía el hotel Crowne Plaza Madrid en forma de shuttle gratuito desde y hacia el aeropuerto, y nos dispusimos a pasar la noche en tránsito.
Por motivos laborales, paso en Madrid gran parte del año y conozco bien la oferta hotelera de la capital, pero era la primera vez que nos alojábamos en este hotel, y lo cierto es que nos encantó.
Como al día siguiente tocaba madrugar para regresar al aeropuerto, decidimos cenar en el restaurante del hotel, sorprendiéndonos la variedad de la carta y la elaboración y presentación de los productos.