Fred Olsen cruises es una naviera inglesa, con pasaje preferentemente inglés, que se caracteriza por sus barcos, de tamaño medio con un toque tradicional, al estilo de los cruceros de antaño.
Cuándo decidimos reservar el crucero en el Balmoral, conocía muy poco la naviera, pero lo leído en diversos foros me animó a probarla, y ahora pienso que fue una muy buena elección.
El idioma a bordo es el inglés, y al menos en nuestra salida, no había tripulantes de habla hispana a bordo.
La moneda utilizada es la libra esterlina y la tasa de servicio, que cargan diariamente en la cuenta de a bordo, es de 7 libras por pasajero y día.
La decoración de los espacios comunes es sobria y elegante, y se encuentra en perfecto estado de conservación.
No es una naviera que destaque por su animación, ni siquiera tiene actividades especialmente pensadas para niños o familias, pero a lo largo del día se pueden disfrutar algunos eventos entretenidos.
Así, diariamente, en el Neptune Lounge, la Balmoral Show Company realiza dos funciones diarias, la primera, a las 8:45 para los huéspedes del primer turno, y la segunda a las 10.30 p.m para los del segundo turno de cena.
El primer día pudimos ver un espectáculo titulado “A taste of things to come”, con músicos y bailarines, animado por el Director del Crucero.
El segundo día, que era de navegación, tuvimos la Fiesta de Bienvenida del Capitán, un cocktail party para todos los pasajeros además de la actuación de un mago inglés, Mark Shortland, y un concierto de homenaje a los Blues Brothers.
El día 3, tras la escala de Kiel, la animación corrió a cargo de un grupo de música latina.
Tras nuestra escala en Wismar, el cuarto día, tocaba ver un musical llamado “British Invasion” con los músicos y bailarines del barco, ya que se celebraba la noche británica.
Estaba todo el mundo ese día, hasta la familia Real, jajajaja.
El siguiente día, de navegación hasta Hamburgo, fue el turno de Andy Rudge, un comediante muy célebre en UK, y el día 6, que hacíamos noche en Hamburgo, subió a bordo un grupo local alemán, De Tampentrekker, que tocaba música regional.
Los siguientes días otros dos espectáculos de la Balmoral Show Company, el “Ministry of Rock” -un tributo a los grandes éxitos del rock&roll- y “Rainbow Cascade”, también entretenido.
Como no podía faltar en un crucero tradicional, el último día tocaba el “Balmoral Crew Show”, una entrañable actuación de los tripulantes del barco que demostraban sus dotes artísticas.
Además de la actuación diaria, y en dos pases, en el teatro, había una amplia programación cinematográfica a través de la televisión del camarote, con diferentes pases horarios de películas como The paper chase, Fantastic Four, Eragon, Independence Day, Sour Grapes, The boss baby, Harry Benson, etc.
Otras actividades cotidianas era el Quiz, al que jugaban por equipos, las clases de baile, yoga y pilates matinal (con un coste nominal de 5 libras), walk a mile, bolos, torneos de bridge, clases de pintura -gratuitas- , trivial, fiestas para singles, bingo, etc, etc.
También había una amplia variedad de lugares dónde escuchar música en vivo, desde un pianista en el Observatory Lounge hasta grupos de música pop.
Nada que envidiar a un barco más grande, con el encanto de los barcos pequeños.
Todo un acierto.