Visita a la Medina. Día 2

Al día siguiente, tras un riquísimo desayuno servido por Farid, el propietario del Riad, comenzamos nuestra excursión guiada por la Medina.

Habíamos contratado previamente, en la web de Civitatis, un tour privado por Marrakech para cuatro personas.

A la hora convenida, nuestro guía, Moustafa, nos recogió en el Riad y nos adentramos en la Medina para descubrir sus principales atractivos turísticos.

Durante más de cinco horas visitamos, caminando, las lugares más importantes de la Medina: las Tumbas Saadíes, el Palacio Bahía, los exteriores de la Mezquita Koutoubia (ya que no se permite la entrada a los no musulmanes), los exteriores de la Medersa Ben Youssef (que actualmente se encuentra en rehabilitación), la Kashba, la Mellah (el barrio judío de Marrakech), para concluir la visita en los zocos, un laberinto de callejuelas repletas de puestos que van a desembocar en la Plaza de Jamaa el Fna.

Tras la caminata, estábamos hambrientos, y logramos encontrar, no muy lejos de la Plaza, un lugar dónde comer y además poder disfrutar de una refrescante cerveza y copas de vino.

En Marrakech y en el resto del país, la venta de bebidas alcohólicas está restringida. Únicamente se pueden adquirir en tiendas autorizadas, en los restaurantes que tienen permiso para servirlas y en los bares y discotecas de los grandes hoteles.

Los precios son desorbitados, y por lo que hemos podido observar y nos han contado, en los últimos años se ha apreciado un retroceso nada casual en el número de puntos de venta de bebidas alcohólicas.

Tras la lectura de algunos artículos en Internet he averiguado que esto ha sido tras la llegada al poder, hace unos años, del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), del islamista moderado Benkiran.

Al parecer, la venta de bebidas alcohólicas a los musulmanes está prohibida y su consumo público está penado con hasta seis meses de prisión.

Fuentes periodísticas marroquíes han revelado en ocasiones que algunos alcaldes del gubernamental PJD presionan a los propietarios de bares y restaurantes, incluso los radicados en municipios turísticos, para que suspendan o no renueven las licencias de venta de alcohol.

La política del Gobierno de gravar, desde hace años, con más tasas las bebidas alcohólicas, ha contribuido también a que sea un artículo de lujo difícil de encontrar.

Por ello, el restaurante del Riad Mabrouka nos pareció excepcional, no solo por su comida, sino también por su bebida, jajajajaja.

Tras un largo descanso por la tarde en el Hotel, esperando a que dejase de llover, salimos de nuevo a pasear por la Medina, para terminar cenando en uno de los puestos de la Plaza, Chez Belhaj, aunque esta vez con coca-cola.

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