Parece que este año en junio podemos retomar nuestra costumbre de hacer una semanita de vacaciones. Aún no tenemos claro lo que compartir medio de transporte, así que una vez más, nos ponemos en marcha con nuestro compañero de fatigas, nuestro coche.
Esta vez el destino elegido es: CACERES ¿Por qué? Porque es un destino que teníamos en mente, porque es un mes que aún no hace calor en demasía y porque como nos coge un poco lejos y como este año San Juan (que es festivo en Cataluña) cae en viernes nos juntamos con 10 días. Así el destino queda marcado.
Después de salir de trabajar el jueves 23 nos ponemos en marcha rumbo a Calatayud donde pasaremos la noche para al día siguiente continuar hacia nuestro destino.
El viernes nos levantamos y nos ponemos en camino con un par de paradas técnicas para repostar y estirar las piernas y ya a media mañana nos encontramos en nuestra primera parada: AUGUSTOBRIGA
Se trata de unas ruinas que se salvaron de ser inundadas por la construcción del pantano que tienen al lado. Fueron trasladadas y puestas a salvo de las aguas.
Después de merodear un poco nos dirigimos a nuestro próximo destino: GUADALUPE
Lo primero damos una vuelta por el pueblo porque no era muy tarde y después nos vamos a comer al restaurante que llevaba recomendado y que yo también recomiendo.
Después de dar buena cuenta de nuestro “menú” nos vamos a la visita de la joya de la corona de esta población “El Monasterio de Guadalupe”. No hay otra opción que entrar con visita guiada y no se pueden hacer fotos en ningún sitio excepto en el claustro. Al guía lo califico como regular bajo. Explica rápido y sin mucho aliciente. No obstante la visita merece la pena.
Al salir hacemos las últimas fotos del pueblo mientras vamos a recoger el coche y ya nos ponemos en marcha a comprar las provisiones para la semana y para nuestro apartamento. Íbamos con la idea de comprar víveres sólo para tres cenas y luego ya ir comprando poco a poco. Cuando vimos la hora que era y que con lo que habíamos comido estábamos llenos compramos un poco de fruta y ya decidiríamos los días venideros que hacer. Así que con esta idea llegamos a Torrejón el Rubio, lugar donde habíamos reservado para toda la semana un apartamento con piscina comunitaria, situado a la entrada del P.N. de Monfragüe y desde donde podíamos ir a cualquier sitio.
Nos instalamos y a descansar que mañana seguimos “la fiesta”.
El sábado para descansar de coche, nos acercamos a TRUJILLO. Aparcamos el coche y ya no lo tocaremos hasta la hora de irnos.
Empezamos la visita por la Plaza Mayor, sin apenas un alma y con un buen fresquito. Recorremos Trujillo como se suele decir “de cabo a rabo”, subimos al castillo y paseamos por todas sus calles empedradas, visitando todo lo visitable.
A la hora de comer probamos otro de los restaurantes que encontré recomendados y como el de Guadalupe también para recomendar.
El menú de 17,00€ por persona, es algo exagerado. Para empezar nos pusieron una ensalada y una tortilla de patatas (según ellos, mientras esperábamos los platos). Después el primero, el segundo y el postre. Al café renunciamos. Ya lo tomaríamos cuando hubiésemos paseado un poco.
Después de comer era obligatorio pasear, pasear y pasear para bajar toda la comida. Así que, a pesar de que ya la temperatura era más alta, paseamos aunque ya lo habíamos visitado antes de comer.
A media tarde dimos por terminada la visita y al volver a Torrejón pasamos por la Oficina de Turismo para que nos explicasen algo de cómo visitar el P. N. de Monfragüe pues con la información de internet no me había quedado claro.
La chica nos explicó que había tres rutas: verde-roja y amarilla (como los semáforos, jijiji). La roja y la amarilla se podían hacer en coche y la verde sólo a pie. También nos dijo que en el “Mirador El Salto del Gitano” era donde se podían avistar más buitres. Vale, ya llevábamos suficiente información. Así que nos decidimos rápido. Haríamos la verde a pie y luego cogeríamos el coche y haríamos la amarilla, que era la más larga. Eso sería el lunes. Pero hoy… es sábado, es pronto y podemos hacer la ruta roja con varios miradores. Así, dicho y hecho… vamos para allá
Empezamos la ruta: Puente del Cardenal-Fuente del Francés-Mirador de la Serrana-Mirador Salto del Gitano.
Con este orden la cosa fue de menor a mayor. Me explico: en el Mirador del Cardenal nos encontramos un bonito puente que atravesaba todo el río, las vistas muy muy bonitas. En la fuente del francés la cosa se animó un corzo bebiendo de la fuente; en el Mirador de Ramera unos cuantos buitres y en el Mirador Salto del Gitano fue todo un espectáculo. No te cansabas de ver buitres en los riscos, unos sobrevolando, otros vigilando, otros descansando, los polluelos en los nidos… En fin, para habernos quedado allí hasta el anochecer… pero el cansancio a esas horas ya hacía mella y decidimos volver.
El domingo nos levantamos temprano: ya habíamos entendido cómo funcionaba el tiempo meteorológico por la zona: por la mañana temprano hacía fresquito (llevar una chaqueta, aunque sea fina, es más que aconsejable) y después de comer subían las temperaturas para volver a bajar de noche. Así que había que aprovechar las mañanas “a tope”.
Así, con los primeros rayos de sol nos pusimos rumbo al VALLE DEL JERTE.
Lo primero que visitamos el Mirador de Tornavacas. Estuvimos poquísimo rato fuera: las vistas muy bonitas… pero la temperatura no acompañaba para estar disfrutando del panorama. 6ºC marcaba el coche cuando salimos de él.
Así que rápidamente volvimos a entrar y desde allí bajamos al pueblo de Tornavacas donde paramos en una cochera donde había una señora vendiendo cerezas que su marido estaba acabando de descargar. Era la única que estaba abierta (no me extraña… con las horas que eran).
Pasamos por otro mirador y ya nos fuimos a dejar el coche en el parking de la Garganta de los Infiernos para hacer la “Ruta de los Pilones”. Esta ruta tiene dos versiones: la larga y la corta. La larga son 16 km y se tiene que invertir casi todo el día. Nosotros ya habíamos decidido que no podíamos perder tanto tiempo con todo lo que hay para visitar en la zona, así que ya llevábamos claro que haríamos la corta de 6 km.
Llegamos a los Pilones y desayunamos, tranquilos y casi solos. Únicamente estábamos nosotros y dos pescadores dedicados a la pesca deportiva, que es la que se permitía allí.
Los Pilones, normalmente, se usan para refrescarse. Pero nosotros no lo hicimos. Tomé la temperatura del agua y no invitaba en absoluto.
Después de tomar nuestro tentempié retrocedimos por el mismo sitio por donde habíamos subido.
Ahora ya era otra cosa. La gente ya se estaba empezando a poner en marcha y estaban empezando a aparecer. A medio camino el flujo de gente era constante.
Llegamos al parking, recogimos el coche y a nuestra siguiente parada: VALDASTILLAS para hacer dos rutitas que desde donde se deja el coche hasta llegar a ellas habrá como 5 minutos andado: “la Cascada de Marta” y “la Cascada Caozo”. No voy a decir que eran feas, porque no lo eran, pero sí es verdad que este año, a lo que nos dijeron después, había llovido poco y el caudal era muy pobre, con lo cual se perdía parte del encanto.
Después del par de rutas decidimos ir comer peeeeeeeeeero…. El restaurante que teníamos reservado no abría hasta las 14.00h, así que había que hacer tiempo… con lo cual volvimos a coger el coche y subimos hasta el pueblo EL TORNO para pararnos en el Mirador de la Memoria y de allí volver a Valdastillas pasando por EL REBOLLAR. En toda esa ruta en coche habíamos muchos miradores apuntado hacia el valle que aunque, sí que es verdad, que ahora estaba bonito con los cerezos en flor, todo blanco, debe ser precioso. Lo tenemos apuntado para cuando podamos viajar en la fecha de floración. ¿Será cuando nos jubilemos o podrá será antes?? Misterio….
En Valdastillas, cuando hicimos la reserva en el restaurante nos ofrecieron el menú a base de cerezas porque estaban en plena temporada así que aprovechamos la ocasión y lo degustamos. Era un menú cerrado y que dicho sea de paso, estaba exquisito.
Después de comer y como el calor empezaba a apretar decidimos volvernos a Torrejón, con la sana intención de probar la piscina, pero cuando llegamos el cansancio nos venció.
El lunes amaneció con la temperatura más bien baja, pero eso nos ayudaría a hacer nuestra ruta por el P. N. del Monfragüe.
Fuimos al pueblo de Villarreal de San Carlos …. Y dejamos el coche en el inicio de la ruta. Empezamos a bajar y después a subir y llegamos a un indicador que decía que nos podíamos desviar hacia el Cerro Gimio. Al principio dudamos, pero finalmente nos decidimos a subir y menos mal… en mi humilde opinión ha sido lo mejor del viaje. Cuando llegamos arriba las vistas eran inmejorables pero… sentí algo que nunca he sentido en ningún sitio a los que hemos subido: una paz, un silencio, algo que no se puede describir pero, que hizo que todo el esfuerzo mereciese la pena y estuviésemos mucho más tiempo del previsto. Con mucha reticencia nos fuimos y empezamos a bajar (era como si aquel lugar te imantase) y volver al lugar donde nos habíamos desviado, para volver a la ruta inicial y llegar a nuestra meta.
Repusimos “sales” y cogimos el coche para hacer la ruta amarilla que claro, supongo, ya lo habréis concluido vosotros mismos, se quedó en nada comparado con lo que habíamos vivido horas antes. Tampoco había mucha agua y todo estaba como “deslucido”. Lo más bonito que vimos en esta ruta fueron las vistas desde el Castillo de Monfragüe.
Comimos en Villarreal de San Carlos en el “chiringuito” que a pesar de ser un chiringuito decir que comimos estupendamente, es poco…
A la vuelta volvimos a pasar por el Mirador el Salto del Gitano. Esa tarde, por fin, estrenamos la piscina.
El martes volvimos a madrugar y llegamos a nuestro destino: LAS HURDES
A pesar de que, a priori, me pareció una zona que nos iba a sorprender, en realidad no fue así, pero quizás sólo sea una percepción nuestra.
Nuestra primera visita fue en Riomalo de Abajo el MEANDRO DE MELERO. Como ha sido un invierno, que según nos dijeron, ha llovido poco, el meandro estaba seco y se deslucía bastante. Subimos en el coche hasta arriba sin ninguna complicación.
De aquí nos acercamos a Riomalo de Arriba, una población, casi abandonada sin más “ingredientes”.
Pasamos por el Mirador de las Estrellas, que es el punto más alto, y a partir de aquí empezamos a descender el valle. Mientras bajábamos paramos en Casares de las Hurdes, donde vimos su campanario y dimos una vuelta por el pueblo.
Nuestro siguiente objetivo era el “Chorro de la Meancera” en El Gasco pero cuando llegamos no había sitio para aparcar, y una señora nos dijo que no bajaba mucha agua, con lo cual decidimos evitarnos la caminata y poner rumbo a Horcajo.
Al llegar al Horcajo nuestra misión era acercarnos al “Despoblado del Moral”. Estaba muy mal señalizado, mejor dicho, no había señales para iniciar la ruta. Así que preguntamos a un lugareño, el cual, nos acompañó hasta el inicio de la ruta y nos explicó cómo llegar y cómo volver. Tardamos aproximadamente unas dos horas entre ir, volver y lo poco que estuvimos allí.
Se nos echaba la hora de comer así que a Casar de Palomero que fuimos directamente y aquí, como siempre, se cumplió la Ley de Murphy. El restaurante recomendado no estaba abierto y ¿qué tocó? Jugárnosla… y como suele pasar… salimos a la carretera donde había dos bares-restaurantes ó lo que fuese, uno para arriba y otro para abajo. Optamos por el de abajo porque como hacía calor y estaba más cerca pues venga… nos clavaron de lo lindo por un plato de jamón y otro de queso.
Nos faltaban unas cuantas visitas por hacer pero desistimos de todas ellas.
Totalmente desanimados nos fuimos a nuestra casita… mañana seguro que sería un día mejor…
El miércoles nos levantamos con los ánimos renovados y nos pusimos en camino a LA VERA.
Nuestra primera parada Losar de la Vera, población famosa por sus jardines cortados en formas diferentes.
De aquí a Guijo de Santa Bárbara donde estuvimos callejeando y disfrutando del pueblo.
Siguiente parada Jarandilla de la Vera con el parador como exponente.
Nuestra siguiente parada tendría que haber sido Cuacos de Yuste para visitar el Monasterio, pero como los miércoles por la tarde la visita es gratuita, pues no íbamos a “regalar” 14 euros entre los dos. Así cogimos carretera y manta y nos fuimos a Garganta la Olla, donde además de visitarla, comimos estupendamente en un restaurante de los recomendados y mejor que el día anterior, donde iba a parar….
Garganta la Olla está muy cerquita de Cuacos de Yuste (de ahí el motivo de que tampoco nos importase cambiar la visita a la tarde).
Llegamos al Monasterio y efectivamente la visita era gratuita. Esta vez la visita se hacía por libre y se visita el monasterio y los jardines. Muy recomendada la visita.
Cuando dimos por concluida la visita nos dirigimos a la población de Cuacos no sin antes pasar por el Cementerio de los Alemanes. En él están enterrados todos los soldados alemanes caídos en las dos guerras mundiales y es estremecedor.
Cuacos de Yuste, a pesar de que la visitamos con calor nos gustó mucho. La plaza Juan de Austria, a mi parecer, lo mejor…
Y para acabar el día Jaraíz de la Vera sería el fin del recorrido. No estuvo mal pero después de Cuacos se quedó por debajo.
Acabado el día nos fuimos a descansar… hoy nos lo habíamos ganado.
El jueves nos esperaba Cáceres. Yo, personalmente, ya la conocía de cuando era joven que estuve y estaba tal y como la recordaba. Me gustó la primera vez y me encantó la segunda. Si por algo gusta Cáceres, en mi humilde opinión, es que el casco antiguo está muy bien conservado, el tráfico rodado está prohibido (salvo vehículos autorizados) lo cual le da un encanto especial y pasear por sus calles es una delicia, máxime si se hace como nosotros, a primera hora de la mañana, sin apenas un alma por las calles.
En Cáceres estuvimos todo el día. Comimos en otro de los restaurantes recomendados y otro éxito.
El viernes era nuestro último día por tierras extremeñas y visitamos tres poblaciones que no habíamos podido enlazar otros días: HERVAS-GRANADILLA-PLASENCIA.
A Hervás llegamos bien temprano y la visitamos con un fresquito bien agradable.
Granadilla es un pueblo que tuvo que ser abandonado porque iba a ser engullido por las aguas del pantano pero finalmente se salvó pero ya nadie volvió… Ahora están en plena reconstrucción. Esperemos se pueda rehabitar.
A Plasencia llegamos ya con “calorcito”, así que ya no íbamos muy motivados. Lo emblemático de Plasencia es la Catedral Nueva y Vieja… pero nosotros no pudimos disfrutarla. Estaba la exposición de las “Edades del Hombre” dedicadas al arte Sacro, al que respetamos mucho pero que a nosotros no nos motiva. Debido a la exposición no se podían hacer fotos de ningún tipo, por lo tanto, no estábamos nada contentos. Nos hicieron pagar por algo que a nosotros ni fú ni fá. Salimos de la Catedral y nos fuimos a comer, a ver si con el estómago lleno se veían las cosas de otra manera.
Pero no… las cosas se veían igual. Total que, como se suele decir, entre pitos y flautas visitamos el resto de Plasencia con más prisas que otra cosa y nos fuimos a hacer las compras para la vuelta, preparar el coche y cargarlo para al día siguiente iniciar la vuelta a casa.
Nini y Paco, magnifico y fabuloso reportaje.
Algunos de los lugares que describes los hemos recorrido hace años Marina y yo, lo que nos ha hecho mucha ilusión volver a recordarlos, Guadalupe, Monasterio de Yuste, Monfragüe, gracias por compartir vuestras vivencias de esa zona así como los platos gastronómicos (ese plato de morcilla y sobre todo el guiso de venado)